Quiñones: Al origen, 2025. Vista de la exposición. Cortesía de Centro Mirador del Carmen

Juan manuel Quiñones. Quiñones: Al origen

2 de agosto - 14 de diciembre, 2025

CENTRO MIRADOR DEL CARMEN

Paseo Marítimo Pedro Manrique. Estepona. Málaga


La exposición, comisariada por Flor Reiners y Mariella Franzoni, arroja luz sobre cómo Juan Manuel Quiñones convierte la tarea de esculpir el mármol en un lenguaje artístico singular. Gracias a más de 180 piezas, creadas a lo largo de los últimos quince años, el artista nos habla de la utopía del verano y de un tiempo suspendido. Sus obras, con un marcado arraigo en los recuerdos de infancia, articulan un territorio y una memoria compartida por quienes han aprendido entre playa, sol y juego.

El recorrido se estructura en 6 núcleos temáticos: Origen, Bocetos, La Fábrica del Verano, Punta de la Plata, Mar y Sierra, y Cuando Calienta el Sol. Seis escenas o fragmentos de una topografía emocional que entrelazan la memoria personal del artista con el imaginario urbano colectivo de la ciudad.

Con esculturas realizadas en mármol, Quiñones produce simulacros, a escala real o sobredimensionada, de objetos cotidianos: helados, juguetes, aletas, tablas de surf, patinetes... Entidades en apariencia inertes que, al ser talladas manualmente en piedra, adquieren una forma de permanencia eterna, transformándose en monumentos al deseo, al juego y al recuerdo. 

Quiñones: Al origen, 2025. Vista de la exposición. Cortesía de Centro Mirador del Carmen

La utopía del verano y su tiempo detenido entre playa, sol y juego, protagonizan esta exposición que, en palabras de las comisarias, se plantea como un reencuentro simbólico entre el artista y su ciudad natal, y al mismo tiempo como el cruce de dos miradas paralelas: una hacia la obra escultórica de Quiñones, quien ha convertido el mármol en un material dúctil para esculpir simulacros monumentales de objetos veraniegos, lúdicos, efímeros o comestibles (helados, juguetes, aletas, tablas de surf, patinetes); y otra, hacia la historia reciente de un territorio como la Costa del Sol, que ha alimentado un estilo de vida basado en el ocio, el deseo y la nostalgia compartida de una utopía estival